Los retos de la oposición
¿La oposición podrá encontrar una forma de darle pelea a Morena?


Ya estamos casi a nada de que comience, de lleno, la campaña presidencial 2024. La idea de que México va a tener, por primera vez en su historia, a una mujer en la silla presidencial, es emocionante; sin embargo, ambas opciones que los mexicanos tendremos en la boleta, tanto la del partido hegemónico como la de la oposición, están muy lejos de ser ideales. Ambas candidatas carecen de un proyecto sólido para el país. Claudia Sheinbaum, continuista y postrada ante los deseos del antipluralista López Obrador; Xóchitl Gálvez, por su lado, anda a la deriva, buscando una identidad que pueda empatizar con el electorado que Morena tiene cautivo, sin contar con los abultados bolsillos del gobierno (además de cargar con el lastre de los partidos que la pondrán en la boleta). Ya sabemos que la campaña de la candidata oficial será delineada por López y sus políticas. ¿Pero qué pasa con la oposición?
De cara a la campaña presidencial, la oposición enfrenta muchos problemas, pero me centraré en el que acabo de mencionar. La agenda nacional la sigue marcando López; pero todavía más, la oposición sigue jugando conforme a las reglas impuestas por el presidente. López Obrador ha explotado su vena antipluralista (conforme a las prácticas populistas) para «tribalizar» a los mexicanos en «pueblo» y «oligarcas». Ya sabemos la forma en la que «gobierna» el presidente, la cual se remonta desde que gobernó a la Ciudad de México entre 2000 y 2006 (llamada Distrito Federal en ese entonces): uso de un discurso maniqueo, plagado de insultos y odio por todo aquel que no se cuadra con su agenda. Además de rebajar el nivel del discurso político, ya de por sí bastante paupérrimo, es un juego que la oposición nunca (y me refiero a nunca) va a poder ganar. Esta es el área de expertise del presidente.
Que la oposición emule las tácticas de López es un callejón sin salida. Por ejemplo, a pesar de lo bien intencionadas que sean las «conferencias de la verdad» de Xóchitl Gálvez, la precandidata no tiene ni los recursos necesarios ni el «talento» (por así decirlo) del presidente para hablar durante horas, echando un rollo mareador que seduce a las masas. Por su lado, López Obrador, además de llevar años haciéndolo casi a diario, tiene todo el aparato propagandístico del Estado a su disposición. Estar en cadena nacional, en radio y televisión (es decir, los medios a los que tiene acceso la mayoría de la ciudadanía; quienes frecuentan las redes sociales son una minoría de la población), es un privilegio que solamente los abultados bolsillos del Estado pueden otorgar.
De la misma manera, ponerse a jugar a los insultos con el mayor bully de la escuela no tiene sentido. Aquí, ni los influencers ni canales de YouTube que están en contra de López ayudan mucho a la causa de la oposición. Decirle «viejo guango» y términos similares al presidente, por muy tentador que pueda ser (y aunque puedan ser ciertos y merecidos, todo sea dicho) solamente le regala combustible a la maquinaria de odio y de insultos conformada por López y sus seguidores más férreos.
La oposición se encuentra con varios retos hacia la campaña presidencial. No solamente debe crear un proyecto sólido, convincente, que pueda unir a los mexicanos, también debe crear nuevos talentos de mira hacia el futuro. Falta crear políticos que puedan ver más allá del «hueso» y de someterse ante el poderoso en turno. Pero, lo primero que debe hacer la oposición, es comenzar a jugar por sí misma, bajo sus propias reglas y dejar de ponerse «de a pechito» para recibir los golpes del presidente. Si algo debe aprender la oposición en esta elección, sin importar el resultado, es a cortarse las cuerdas del titiritero de Palacio Nacional.
En el corto plazo, será interesante ver qué sigue para la candidata de la oposición en la elección presidencial próxima y qué propuestas puede ofrecer para enfrentar los retos que tiene la oposición hacia el futuro. Sin embargo, la situación actual nos deja una reflexión y una tarea a todos los ciudadanos, sin importar por cuál partido/candidato/ideología nos decantemos: debemos ayudar a nutrir a la oposición. ¿Que quienes forman parte de la oposición actual son nefastos? Pues busquemos otros, faltaba más. Una oposición saludable es indispensable en una democracia. Aquellos seguidores de López Obrador que desean «aplastar» a la oposición dándole todo el poder a Morena, están cavando (tal vez sin saberlo) la tumba de la incipiente democracia mexicana. Porque, si no actuamos a tiempo, vamos de regreso a aquellos tiempos en los que el PRI era el partido hegemónico. Y todos sabemos cuánto trabajó nos costó sacarlos del poder.