Es natural el desastre

¿Alguien se acuerda del Fonden?

J.C. SanTa

7/3/2024

Las lluvias a todo tren

esperando tocar tierra.

La naturaleza da guerra

y se vuelve una barrera

esperando al tal Fonden.

A Hura’kán se le representa con una cola de serpiente, con una antorcha en las manos y con una corona. Hura’kán proviene de las voces mayas «hun» (una sola, uno) y «racan» (pierna). Dentro de la mitología maya, Hura’kan participó en la creación del hombre a partir del maíz.

Se llegó, por fin, la lluvia en muchas partes de nuestro madreado país. Ya hacía falta porque mucha siembra, muchos animales y muchas personas dependemos de ella. No es un misterio que si no hay agua, no crece el maíz, las vacas no comen sus verdes hojas y nosotros no podemos disfrutar de sus derivados. No voy a hablar de omnívoros, veganos o vegetarianos ni nada de eso que no entiendo y no me importa entender. Aquí, hoy, se trata del agua, en carencia y abundancia, porque nos acecha el hura’kán Beryl. ¿Se acuerdan del Fonden? Bueno, voy con mi hacha.

Hasta julio de 2021, México contaba con el Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que fue creado en 1996 - por el gobierno neoliberal y conservador - y comenzó operaciones en 1999 como un mecanismo presupuestario para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal por desastres naturales, así como a los damnificados. Para acceder a los fondos del fideicomiso, la Secretaría de Gobernación debía activar la declaratoria de emergencia o de desastre natural y liberar los recursos.

Sin embargo, el 21 de octubre de 2021, el Senado de la República aprobó la extinción de 109 fideicomisos, incluido el Fonden, bajo el argumento del mal manejo de recursos por parte de funcionarios públicos.

El payaso de López Obrador justificó la decisión afirmando que el Fonden era un «barril sin fondo del que se robaban los recursos» y que no se atendía realmente las emergencias del país ni a los damnificados. Oilo

Dejemos a un lado a Otis (el más reciente desmadrito de la Madre Naturaleza), porque entre otros tenemos las inundaciones en muchos estados de la república, tantos temblores que ya hasta parecemos gelatina sin cuajar, incendios forestales que son imágenes dantescas del infierno. Podemos ver – y vivir – que ya muchos de esos desastres naturales no tienen razón de ser, pero bueno ¿Qué podemos hacer al respecto?

Sabemos que contra la fuerza de la naturaleza poco o nada podemos hacer. Quienes – recordando a Otis – gruñeron cuando la sociedad civil salió a exigir lo que por derecho les correspondía (rescate, vivienda, alimentos, búsqueda de vivos y muertos) que eso no era «asunto del gobierno» tuvieron que tragarse sus palabras y declarar que no habían recibido ayuda de nadie, lloraron y berrearon hasta que la misma sociedad les tendió una cobija, un taco, un abrazo sin importar, si eran chairos o patines, si entraban al mar con calcetines y chanclas, sin distinguir codos prietos de ojos azules. Simplemente, nos tendimos la mano como mexicanos, como hermanos en la desgracia, como lo hemos hecho siempre.

Y después de filosofar fuera de la bacinica viene la pregunta medular que, seguramente, todos nos hacemos: ¿y ahora qué hacemos con un huracán que, aunque no toque tierra, va a dejar un soberano desmadre en la península yucateca, que va a afectar las costas del golfo y que va a causar pérdidas humanas a pesar de la cultura del huracán que existe en estas tierras? ¿Pedirle a Hura’kan que se aleje? ¿Encomendarnos a Dios? ¿Juntarnos todos cerca de las costas y soplar para que no nos llegue todo el poder y la devastación? Podrán ser unas horas, unos días sin luz, con agua hasta para regalar, pero ¿y la ayuda humana y material, a esa que la muerda un perro? Si antes llegaba el ejército, ¿ahora qué? ¿Esperamos al chapulín colorado?

Sigamos gastando en una refinería que solamente da vergüenza, en una central avionera que va que vuela para elefante blanco, en un tren que rueda sobre el ecocidio, reformas a los poderes que lo que hacen es dejar sin poder a quien lo merece, pretextos que van y vienen acusando a la sociedad inconforme de revoltosos y así, el dinero se va en mañaneras innecesarias al retrete de donde no debieron haber salido jamás.

Sí, sarcástico hasta la pared de enfrente antes de que la tiren los vientos. Humor negro antes de que se vuelva un crespón de luto. Preguntas que se quedan sin respuesta ante la sabia alocución aquella de disfruten lo votado. No podemos depender de nadie, no como seres humanos ni como sociedad, pero los gobiernos estatales y federal tienen la obligación de ayudar a sus gobernados. En estas tierras, en que espero que no haya la necesidad imperante de auxilio, las disculpas y el discurso están disfrazados de una austeridad republicana, de cero ayuda. Todo, pintado de color guinda. Que viva la cuarta, chingadamadre.

Pero ¿y el Fonden, apá?