Con toda educación

Estamos en el ocaso del sexenio más violento, ¿y qué dice el «payaso de palacio»?

J.C. SanTa

5/22/2024

a person laying on the ground under a street light
a person laying on the ground under a street light

Que «ya no hay violencia»

Dice del palacio el payaso.

¿Es que no se entera, acaso

que a todos nos están matando?

¿De esto se sigue burlando?

Hace unos días, el señor que nos gobierna tuvo la (in)feliz idea de declarar que ya no hay violencia, sino solamente homicidios. Me disculpo de antemano si, ustedes que saben mejor que yo, tienen el discurso completo. Creo que eso no importa; aquí estoy, sufriendo un frame por la manera tan pachorruda de decir una tarugada de semejante envergadura. Honestamente nunca creí escuchar una estupidez de ese tamaño, pero en nuestro país con ese «presidente» se ha superado cualquier expectativa.

Que si los niños con cáncer y sus papás son golpistas, que si el sistema de salud danés iba a verse como dispensario de pueblo junto al mexicano, que si el tren maya le iba a causar urticaria al tren bala nipón, que si las energías limpias eran obra del conservadurismo, que si al aeropuerto de Santa Lucía iba a quedarle pequeño el JFK y así, un montón de declaraciones risorias (al principio) pero que nos hacen caer en la cuenta de que quien eso declara es un ególatra mitómano y engreído, y ¿él es quien nos representa? Jodidos estamos.

Realmente, esas declaraciones me causaban curiosidad pensando que el fulastre bromeaba y no, no fue así. De a poco, me despertaba preguntándome «y ahora, ¿que habrá dicho el vejete?». Nunca de los nuncas me hizo quedar mal, lo que sea de cada quién: insulso, llorón, antipático, vulgar y mentiroso entre muchos otros calificativos que corto me dejan. Pasé prácticamente de la risa al llanto a la risa y nuevamente al llanto, al saber qué tantas tarugadas decía aplaudido por su séquito de aspiradores de flatulencias. De ese fulano y su secta no me extraña nada. ¡Mira que cambiar abrazos por balazos, el muy hijo de su macuspana madre! He aquí donde la sus scrofa domesticus comba su apéndice caudal.

Este es el sexenio más violento de los tiempos modernos. Tarantino ha quedado mudo con su Pulp Fiction. Cuando no hay asesinatos a mansalva, a sangre fría, nos encontramos con desaparecidos, con fosas clandestinas, con cuerpos colgados de los puentes o descuartizados pero no hay violencia, a decir del poder ejecutivo. ¿Imaginan ustedes al sicario saludando cortésmente a su víctima, invitándola a subirse a la camioneta sin luces, pedirle por favor que se coloque la pistola en la sien y que, si no es mucha molestia, presione también el gatillo? Disculpe, señorita ¿será mucho pedir que permita usted, la violemos y después desaparezcamos su cuerpo? O bien, mire, señor, aquí le manda el jefe de la plaza unos balazos porque usted no quiso pagar el derecho de piso. ¿Está bien que se los dé en la cabeza y con sus pequeños viendo la ejecución? Caramba, señor es usted muy amable, todo un caballero... Sé que suena crudo, fantasioso, absurdo, pero ya llegamos al límite de lo irreal, envidia de Buñuel y Dalí. Nuestro país está perdiendo por completo la capacidad de asombro y al paso que vamos, no nos extrañe que toquen a nuestra puerta y una caterva de criminales nos pida pasar a nuestro hogar, a violar a nuestra esposa, a nuestras hijas, a matarnos a todos pero con toda cortesía porque se acabó la violencia… Recuperemos la capacidad de asombro, la tranquilidad al salir de casa o al ir al trabajo o a pasear con la familia, recuperemos nuestro México antes de que se escuche en las calles «¡Que vivan los homicidios, pero con toda educación!».