Carta al presidente (utopía)

Una carta imaginaria para un presidente imaginario.

J.C. SanTa

4/1/2024

Me dirijo a usted, señor presidente, para hacerle saber que haría lo que usted pidiera; saldría a defender nuestra soberanía, saldría a quitar las manos de encima de los traidores y terminaría con los malsanos intereses de quienes, alevosamente, pretendan quedarse con lo que es nuestro, con nuestro México. Sería aquel soldado que combatiría desde su trinchera, que es una pequeña mota de arena, pero que no se sabe rajar.

Sepa, señor presidente, que iría con usted a construir caminos, a construir fábricas, a acercar a quienes están lejos, a ayudar quienes no tienen trabajo, a quienes no tienen una formación, a quienes tendrían en usted a un mandatario, a quien les ayudaría, en quien depositaron esperanzas en usted por tener un México mejor.

Señor presidente, con su ejemplo, iría a cerrar las bocas de quienes se mofan de usted, de su investidura, que le señalan como el más alto mexicano al representar a nuestro país, que esa banda tricolor que usted lleva en el pecho no es un adorno, que lleva a México en el corazón y que sabe estar a la altura de esa investidura, de ese cargo al que se le ha elegido, de esas responsabilidades que usted ha aceptado protestando como presidente de esta nación y que jamás será la mofa para el resto del mundo. Pero necesitaría que usted mismo se respetara, señor presidente.

Mire usted, señor presidente, iría con usted a todas sus concentraciones, a todos sus mítines si usted dijera que estoy invitado, que solamente quiere que le demuestre mi apoyo, que le recalque que estoy con usted, que soy parte de un todo, que soy parte de una cúpula de las bases, que no habría un pago en especie o en dinero y yo iría, señor presidente. No habría necesidad de acarrearme.

Si usted lo pidiera, señor presidente, iría codo con codo con usted a levantar escuelas, a lograr que nuestros niños y nuestros jóvenes sepan leer y escribir, que sepan hacer una cuenta matemática, que aprendan a investigar, que conozcan su pasado para que escriban su presente, para que no estén sumidos en la ignorancia, para que nadie pueda engañarlos ni manipularlos, para que mañana sean esos mexicanos que se requieren. Que aprendan que los símbolos patrios no son un trapo de tres colores, que no es una canción que cualquiera puede destrozar a su antojo, que no es un animal; que aprendan a amar, a respetar y a hacer de nuestro país ese lugar en el que quieran vivir.

Cuando usted lo dispusiera, señor presidente, con su fuerza, saldría a las calles a combatir a todos esos criminales que nos roban, que nos matan, que nos secuestran. Los combatiría para que podamos vivir sin miedo de salir, para que un secuestro con un rescate impagable no se volviera la muerte de nadie, para que terminaran las ejecuciones a cualquier hora, para que pudiéramos vivir en paz. También sacaría de circulación a esos malos policías, a esos malos militares, a esos malos marinos que viven cerrando los ojos ante el crimen que se comete a cambio de muchos billetes. Es momento de barrer de arriba hacia abajo, pero de verdad deshacerse de toda esa basura inservible.

En el momento en que usted lo dispusiera, señor presidente, saldría con usted al campo a conocer las verdaderas carencias del pueblo, y con la luz del amanecer trabajaría la tierra para aprender el valor de aquellos a quienes menos apreciamos, para darle el justo costo a su trabajo, para cosechar con ellos y con usted, esos frutos que nos da la tierra y que menospreciamos pagando por ellos una bicoca.

Sé que usted, señor presidente, haría lo que sea necesario para que nuestra patria, la tierra de nuestros padres, fuera ejemplo de grandeza, de avance científico y tecnológico, porque es un país que mira hacia el futuro, que es grande por su historia, por su gente, por ser México solamente. Somos un país grande, con recursos que deben ser bien aprovechados y no deben estar en manos de quienes lucran con ellos, sin importar nada más en la vida.

Alzaría mi voz por los que no la tienen, y nos acercaríamos a usted para que nos escuchara, para que nos hiciera caso, para que nos mostrara el respeto y la dignidad que tenemos sin etiquetas, sin divisiones, sin vallas, sin toletes ni cascos, que sepamos que la libertad de expresarse se respeta y usted, señor presidente, sería el primero en estar para ellos, para los maestros, para los campesinos, para el pueblo desesperado por encontrar a sus desaparecidos, para hacer justicia a quienes la merecen, para darles no una luz de esperanza, sino la certeza de que usted, señor presidente, les daría una respuesta seria, definitiva y dura, aunque dolorosa, que más duele buscar sin esperanza que tener la certeza saber dónde están sus seres queridos.

Sé que esto jamás pasaría, señor, y que yo jamás lo haría, porque jamás entregaría esta carta, porque usted no es mi presidente.

Busco un presidente de verdad.