A todos los santos del cielo…
Vote, ¡y que viva México!
Ahora, que estás leyendo esto, ya se llevaron a cabo las elecciones en el proceso más grande en la historia de nuestro país y, sobra decirlo, las más reñidas. ¿Por qué digo que reñidas? Porque se eligieron presidente de la república, senadores, diputados (federales y en algunos estados, locales), y alcaldes (en algunas entidades). Seis cargos de elección popular se pusieron a nuestro alcance en las urnas. Tuvimos la responsabilidad de elegir nuestro futuro, y así mismo ser responsables de esa decisión. Ya sea que hayamos elegido continuar con la transformación, que hayamos apostado por un cambio verdadero, que hayamos buscado una nueva opción, lo importante es que hayamos salido a votar, que hayamos dejado la comodidad de la cama o del sillón para decidir la mano que guíe nuestros destinos, para bien o para mal.
No sé cómo vaya a desarrollarse la jornada electoral, porque les mencioné que este es un escrito futurista, pero confío que esta se desarrolló de manera cordial e inteligente. Soy -fui- escrutador durante estas elecciones y aunque definitivamente fue una labor pesada (en cuanto al horario y las labores) pueden estar seguros de que la realicé con el mejor ánimo y las ganas de estar presente de manera ecuánime, vigilante de que todo se desarrollase de la mejor manera. Me ofrecí (de manera voluntaria) a ser funcionario de casilla porque -desgraciadamente- muchos de quienes fueron sorteados para serlo, nacidos en el mes de abril, olímpicamente lo rechazaron. No sé si por flojera, por desidia, por falta de interés, por apatía o todo junto. Quizá todos estos jóvenes -que fueron sorteados en su mayoría-, no tienen idea de lo que nos espera si limón o sandía (naranja ni al caso) son electas. Espero, de corazón, que hayan sido más nuestras ganas de participar que el abstencionismo, que hayan sido más las ganas de sacar al buey de la barranca, que llevarle agua y pienso para que siga engordando como un bruto.
Hay un par de notas que voy a compartir con ustedes:
En 1927, Charles King se consagró presidente de Liberia con 234 mil votos, aunque sólo había 15 mil votantes registrados. El mayor fraude de la historia mundial en un pequeño país africano, récord que no ha sido superado afortunadamente.
Las elecciones federales de 1976 en México fueron extraordinarias en más de un sentido, uno de estos porque fue la única ocasión en la historia del país que un solo candidato figuró en la boleta electoral como aspirante a la Presidencia. Sí, el único candidato para el periodo presidencial 1976-1982 fue José López Portillo y Pacheco, de triste memoria para los mexicanos (porque ni defendió al peso como un perro como lo prometió, y todo se le fue en un grandioso nepotismo, más marcado que en otros sexenios… Hasta este).
No basta bajar a todos los santos del cielo y encomendarnos a las fuerzas del universo para que todo resulte ser provechoso y que ocurra un verdadero milagro. Tengamos memoria histórica, tengamos tantita madre y hagamos que nuestro país, nuestra patria, la tierra de nuestros padres y nuestros hijos, sea ese país chingón del que nos preciamos en pertenecer.
¡Viva México, cabrones!
Ya fueron las elecciones
y nos fuimos a votar.
Así, hubo, pues, que pensar
que la reata nos va a cargar
o vendrán tiempos mejores.